21 de diciembre de 2013

Desfiladero del río Purón



Población: Herrán
Distancia: 9km          
Desnivel: 240m
Tiempo: 3h i/v

Sin mucho estrés, cogemos carretera hacia Herrán. Es muy divertida, la carretera, estrecha, con curvas, paredes de piedra que parecen al borde del derrumbe (esto seguramente no sea así, pero impresiona)…

Total que llegamos a Herrán, aparcamos el coche en el parking que hay a la entrada, y empezamos a prepararnos para andar… ¡Un momento! ¿Y mi abrigo? ¡NOOO! ¡¡Está en casa!! Bueno, menos mal que voy como una cebolla y tengo 3 capas de ropa (camiseta corta, polar, sudadera), y, bueno, tampoco es que haga FRÍO… ¿no?

En fin, sin abrigo, a lo valiente, atravesamos el pueblo. Nada más salir, ya vemos el cartel para saber hacia dónde tenemos que ir.


 Tendremos que atravesar una puerta.


Caben coches, claro que caben coches, es zona de cazadores (a la vuelta vi cosas que hubiera preferido no ver…), pero a la ida sólo vi algún perrete simpático.

 Vamos andando rodeados de roca y agua (sólo por el río, no llovía... Aún...)


Sí que hay un momento que las marcas que seguíamos nos indican tomar un desvío a la derecha, pero nosotros debemos seguir al lado del río.

  
Al poco cambiamos de Parque Natural (sí, hay un cartel que indica que sales de los Obarenes, y luego otro que dice que entras en el de Valderejo...) y volvemos a tener señalización.


Vamos por un camino que no tiene pérdida (lo que sí tiene es una caída sobre la que no puedo hacer comentarios porque es horario infantil). Escuchamos el río pero nos cuesta verlo.


 El camino nos lleva al lado del río, y está muy bien adaptado con puentes (que nosotros en cuanto tenemos oportunidad vamos a ver qué hay debajo del puente… ¡como si fuera un misterio! Pero las fotos quedan genial…), e incluso, en un tramo, tenemos hasta escalones.


 Hay un par de sitios que invitan al baño, o lo harían de no estar en diciembre y con aires de tormenta. Para llegar a uno de ellos tenemos un desvío a la derecha con unos escalones que casi mejor se bajarían rapelando (es una licencia poética, no es tan exagerado, pero son empinadetes…).

Una vez termina el bosque, tenemos un prado gigante, que nos aburrimos de andar (sí, es que lo más divertido a hacer en ese prado era esquivar las “minas” que nos habían dejado nuestras amigas las vacas), pero que hay que atravesar, porque al otro lado tenemos el bonito pueblo (abandonado, que quizá por eso tiene aún más encanto) de Ribera.


 Bajamos del pueblo y nos escondemos en una casetilla que hay en el merendero, para comer algo y tomarnos el caldito. Con tanto viento, eso de estar parada sin abrigo no parecía buena idea… Y de hecho no lo fue. Volvimos muertos de frío, yo embutida en toda la ropa que tenía (guantes, gorro, braga…) y con el chubasquero Disney que mi acompañante traía (sí el mismo tímido de la sierra de Lokiz, algún día tendré que descubrir quién es… pero, ¿a que mola el misterio? J ). No hay fotos de la vuelta, porque teníamos demasiadas ganas de llegar al pueblo, al bar, a por algo calentito (que al final resultó ser una coca cola con hielos o.O )…

La ruta, muy bonita, aunque para repetirla en verano, con bañador (a ver luego quién es el valiente que se mete ahí… con el frío que tiene que hacer.)

Como despedida, las fotos del embalse de Sobrón, que pilla de camino por esa carretera tan divertida, pero que merece muchísimo la pena.



9 de noviembre de 2013

PR-NA-184 Sierra de Lokiz


Población: Ollobarren
Distancia: 7,4km
Desnivel: 390m
Tiempo: 3h

Bueeeno, éste viaje voy acompañada… Pero mi acompañante es tímido, así que no sale en las fotos (pero es el autor de las fotos más molonas… Felicitadle).



Allá que nos fuimos, madrugando (en realidad no, pero queda bien decirlo, parecemos personas más productivas…), camino a Ollobarren. ¿Qué no sabéis dónde está? Bueno, desde Logroño, tiráis camino a Pamplona, por la autovía, y, ¿Sabéis donde pone “Centro de Interpretación de la Trufa”? ¡¡¡Pues por ahí!!! ¡Por fin vi el centro de interpretación de la Trufa! Ya era hora, jaja. Bueno, no entré, porque en realidad no me gustan las trufas… Pero vi el edificio y tal..

Oye, ¡que me desvío del tema! A lo que iba, gracias a mi GPS llegamos al pueblito, donde tenemos un comité de bienvenida de tres perros que no me dejan avanzar, porque revolotean alrededor del coche, y no veo dónde están, así que costó un poco atravesarlo… Pero por fin, aparcamos pasada la iglesia, justo al lado del cementerio, nos abrigamos bien, porque hace fresco, y empezamos.

 

Puse el teléfono a grabar la ruta (sí, tengo GPS para ello, también, Garmin, precioso…  en casa, muy bien guardado en su sitio.), pero pilló la señal tarde así que empezó a grabar cuando le dio la gana. Además, esa ruta ha quedado rara, porque no lo desconecté cuando me fui a investigar y trepar, cual Dora Exploradora… Pero bueno, casi casi conseguimos hacerlo sin perdernos…



Empezamos a andar en llano… 




Pero esa felicidad dura poco y empieza la subida… 1h de subida, prácticamente, sin parar… No hay muchas fotos de ello, porque estábamos más atentos a respirar y eso, que parece como más vital, ¿no? Lo sentimos… Aunque en compensación, desde aquí os damos un consejo. No miréis arriba, mirad abajo, se ve mucha altura en seguida, y parece que “has hecho algo”.





 Una vez llegamos arriba, cuando ya no queda (casi) subida, vemos una roca gigante con la marca del PR que debemos seguir… y más rocas detrás. ¿Hola? ¿Es por ahí? No puede seeeeer… ¡Pues sí es! Un túnel muy cuco, de 30m, según pone en internet. Mientras mi acompañante buscaba la linterna (porque no sabíamos cuánto medía el túnel) yo me puse a trepar…




 Una vez fuera del túnel, hay que seguir recto, la marca se ve muy clara… Pero también se ve muy claro un camino a la derecha, y allá que fue Dora a explorar. No tiene nada… Pero lo tiene todo. Silencio, el sonido de tus propias pisadas, contraste de colores, roca gris, helechos verdes, tierra marrón… Bueno, que por cacharrear está bien, pero igual que entras sales, porque hay que seguir nuestras adoradas marcas de PR.

 

Algo más adelante, nos volvemos a desviar (un par de metros) de las marcas, para subir a una roquita desde la que vemos unos halcones, que a mi personalmente me dan mucha envidia, porque, si sólo con trepar una roca, me quedo alucinada viendo esto…





… Sobrevolarlo tiene que ser una pasada.



Pero en fin, seguimos caminando, persiguiendo marcas, y llegamos a bosque algo más cerrado (cerrado por pocos metros, pero luego sigue habiendo “plantas”…) Y a un camino más llano.





Por allí también cacharreamos cada vez que vemos un hueco. Una de esas veces, un compi senderista vio la mochila, a un lado del camino, y se asomó a preguntarnos si estábamos bien. “Sí, sí, que estamos aquí sacando la fotito, no te preocupes, muchas gracias” (¡qué gusto da encontrarse gente simpática!).

 


Siguiendo el camino medio llano, acabamos por llegar a la ermita de Santiago de Lokiz.

 

El camino sigue por la pista… Sólo unos metros. Y aunque es muy tentador seguir por esa pista, ancha, fácil, muy visible… Resulta que hay una marca pequeña, mínima, enana, ínfima, que nos indica que hay que girar a la derecha.



 El camino por aquí da un par de cambios bruscos, hay que ir muy atento al suelo, porque las marcas están ahí. A veces uno puede despistarse (que no sé cómo, nosotros no lo hicimos), pero según vimos asomándonos, por esos “desvíos” no se llega muy lejos.



Total, que va uno bajando alegremente por ese camino, pensando “uy, q camino más rompepiernas…”(sí también se piensa en lo bonito de las vistas, pero ahora no estamos a eso…) 


... Y de repente, ves por dónde sigue bajando el camino…


A mi me entró la risa, directamente. Poco a poco, y con mucho dolor de piernas, conseguimos bajar. Tampoco hay fotos de la bajada, porque estábamos intentando llegar con las piernas sin fracturar. Una vez al final encontramos una puerta verde, y al girarnos pare cerrarla, vemos de dónde venimos… Y la frase no es “todo eso hemos bajado” (aunque bien merecida estaba), si no “¡Qué pasada!”



 Por allí pastaba un caballo… que nos miró, y yo me alejé un poco, pero luego siguió comiendo, y ahí que le eché la foto para hacerlo famoso, porque sé que a vosotros, fans, os gustan los animalicos, y ya que en ésta no hubo vacas, algo tenía que daros… Porque yo soy fan de mis fans.




Y ya está… ¡hemos llegado!  Ahora tenemos que encontrar el coche… Estaba en la iglesia. Debería ser por aquí, o no, igual es por allí, espera, sube la calle, no, baja por ahí… ay, que se acaba el pueblo… Oye,  ¿y en el cartel que pone? ¡GANUZA! Oh, oh… Y ahora, ¿por dónde? Pues… Según vi en el mapa a la vuelta (o sea, ya en casa, ¡a buenas horas mangas verdes!), hay que salir del pueblo por el mismo sitio que salimos nosotros, subir a la iglesia que queda a la derecha de la carretera, y seguir las marcas, que deben existir, aunque nosotros no las vimos, porque estábamos cansados de recorrer la misma calle arriba y abajo 5 veces… Orientación cero, pero insistencia muchísima.


Total, que al final tiré de gps, y bajamos por la carretera, llegamos al pueblo, conocí una pulgosita muy juguetona que mordía las tiras de mi mochila, le di de comer, nos metimos al coche a comer nosotros, y empezó a soplar un viento que nos hubiera hecho volar, si nos pilla arriba. ¡Just in time! 


En resumen: no nos perdimos en el monte, porque teníamos que superarnos a nosotros mismos, y perdernos en el pueblo… (¡El más difícil todavía!) Pero quitando ese momento, la ruta estuvo muy chula, con muchos rinconcitos que explorar, que es lo que me gusta a mí. Pero a pesar de todo, y como diría la verdadera Dora... "We did it!"

15 de agosto de 2013

¡Las Supernenas se van de Camping!



Con el flamante nuevo coche de Roxy lleno hasta arriba con nuestras mochilas y sacos, y mi GPS en un estado vacilón total, nos dirigimos a Asturias.

Después de que mi GPS intente llevar el coche, recién lavado, por un camino de tierra (ahora barro por la cantidad de lluvia que estaba cayendo…) por el que, además, no estábamos nada convencidas de caber, decidimos ignorarle y utilizar el teléfono de Vero…

Contra todo pronóstico, llegamos a Avín, al camping Picos de Europa, donde nos atendieron muy amablemente, cogieron nuestros datos, y nos dieron a escoger una plaza. Allí aparcamos el coche, y montamos la tienda de Vero… Bueno, la montó Vero, con una ligera ayuda (y supervisión) de Roxy y mia… ¡¡Y nos quedó divinamente!!
 

Fuimos a comer al restaurante del camping, porque, a pesar de que teníamos campingaz (gracias), nos apetecía el menú que habíamos leído… Vero se nos enamoró de ésta ventana…
 

…pero nunca más nos sentamos ahí, porque no teníamos enchufes cerca, y las supernenas necesitan sus teléfonos bien cargados...

Después de comer, a pesar de la lluvia, porque a nosotras nada nos detiene, nos fuimos a visitar.

Primero, fuimos al pueblo, a ver la Cuevona de Avin (https://www.facebook.com/Cuevadelrinoceronte?fref=ts). Nuestra guía, Irene, fue magnífica. La cueva es pequeña, y no tiene excesivo encanto, desde el punto de vista de espeleo, porque no hay ninguna formación espectacular, pero es el centro de interpretación de la fauna glaciar (http://www.concejodeonis.com/centro-de-interpretacion-de-la-fauna-glaciar) , y hay representaciones de varios animales. Los niños (y he de admitir que yo también) ven a los personajes de Ice Age, y lo disfrutan como nadie. Además, como decía, nuestra guía lo explicó todo muy ameno, en una hora de visita no tuvimos tiempo de aburrirnos, ni de despistarnos. Las fotos están permitidas, con la única condición de que hay que subirlas a todas las redes sociales posibles, así que, aquí van algunas:
 

Después de esto, fuimos a ver los bufones de Pría (porque pensábamos que, al estar el día así feucho, podría estar el mar más embravecido, y quizá veríamos algo… Pero por casualidades del destino (y una combinación de batería baja y poca confianza en mi capacidad de lectura de los mapas), acabamos en la playa de cuevas del mar:


Después de enredar por la playa, hicimos caso al GPS del móvil (que recuperó batería gracias a un cargador portátil… no penséis que lo de antes era una excusa…) que nos llevó por el camino que yo decía... hasta un punto en que los carteles indicaban izquierda, pero el GPS derecha… y como somos así, los humanos en general, si miramos una pantalla no vemos carteles, pues acabamos en un camino un tanto raro. De ahí, salimos, preguntamos, dimos la vuelta, y empezamos a hacer más caso a los carteles, llegando así a los bufones.


Lo bonito es ver cómo sale agua de esos agujeros… Pero aunque no haya tanta marejada como para eso, se oye perfectamente cómo bufan, y si eres valiente y te acercas a uno, pasa esto:
 


Después de un día tan completo (a todo esto, intentamos llegar a la cuevona de cuevas en dos ocasiones: el mapa bastante mal indicado, poniendo carreteras que en realidad no existían, y el GPS nos mandaba por la vía de tren), nos volvimos a “casita” a cenar, y a dormir, porque nos esperaba una dura jornada al día siguiente…)

Pasamos el día en la Ruta del Cares (con su propia entrada en éste blog), acabando muertas de cansancio (Roxy, que el día anterior tenía toda la intención de ir a Cangas a ver el ambientillo del pueblo fue la primera en caer rendida).

Nuestro último día, después de un rico desayuno, recogimos, y preguntamos al señor de la recepción cómo llegar a la dichosa cuevona de cuevas. Se llega divinamente, desde Ribadesella, primero siguiendo las indicaciones hacia la cueva de Tito Bustillo, y pasando éstas instalaciones de largo ya se empiezan a ver los carteles que indican el camino.

Y, ¿Por qué tanta historia por una simple cueva? Pues porque es una cueva natural, tan ancha como para que pasen coches (en un principio, carruajes, claro…), y es la única vía de acceso al pueblo (bueno, si vas en barca por el Sella, también puedes parar ahí… y pasa la vía de tren, sí, sí, esa por la que quería llevarnos Don GPS, pero no sé si tendrá parada).


 Después de la cueva, hicimos una visita a la playa de Gulpiyuri: Es una playa desde la que no se ve el mar. El agua se filtra por debajo de las montañas y ha formado ahí un pedacito de paraíso… O al menos lo sería si no hubiera gente (turistas) alrededor de la playa mirando y haciendo fotos a todo el que quiere pasar un día tranquilo. Además, bañarse es harto complicado, porque el suelo está lleno (pero LLENO) de piedritas. Claro, Roxy y yo fuimos de cabeza al agua (no literalmente, claro, nos hubiera hecho pupa…), y a pesar del frío, conseguimos entrar. Y ya por simple curiosidad, subimos arriba, a ver los acantilados del otro lado de la playa.


Para rematar la experiencia, y ya habiendo pasado a Cantabria, hacemos una parada técnica en Cabezón de la Sal (bueno, cogemos la salida a Cabezón de la Sal, pero hay que ir al otro lado, hacia Comillas), y poco después de dejar la autovía, aparece el bosque de Sequoias. Es una especia foránea, que se plantó ahí por su rapidez de crecimiento, para conseguir madera.


Monasterio de Iratxe - Montejurra

Población: Ayegui Distancia: 11km Desnivel: 570m Tiempo: 3h45' Track:  https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monasterio-de-iratxe-mont...