Población: Santa Cruz del Valle Urbión
Distancia: 8km
Desnivel: 636
Tiempo: 4h30’
Track (no es nuestro): http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4094222
Lo primero que he de decir, es que yo me apunté a ésta ruta,
porque en teoría iba a ser fácil… Ruta de niños, pensé… Nada más lejos de la
realidad.
Para llegar al punto de partida, se pasa el pueblo y
siguiendo recto un par de kilómetros,
por una pista, llegamos al refugio de Zarcia, donde dejamos el coche.
También se puede dejar unos metros más adelante, en el área recreativa.
Allí nos ponemos las botas (quienes las llevamos), que son
muy recomendables, ya veréis por qué… A
María le dejé mis polainas, por si podía ayudar en algo… ¡Pero para Héctor no hubo
salvación!
Una vez listos, empezamos a andar. En el área
recreativa, cruzamos un puente hacia la derecha. Ahí aún podemos seguir
indicaciones, más adelante quedarán un poco difusas…
Después tenemos un cruce: ambos
caminos nos llevarán a donde queremos ir. Nosotros escogemos e de la izquierda, porque pone que es el de las cascadas. Éste nos lleva subiendo por el río, que además nos pareció mejor idea que bajarlo... ¡Aún no estoy segura de que tuviéramos razón!
Total, que
en nada empezamos a subir... subir... subir...
¿ésto lo ha hecho un crío? Sí,
tio, el gps dice que es por aquí, y sí, a ésta ruta ha venido un nene... Mitad desconfiados mitad alucinados, seguimos
subiendo, admirando las vistas del monte San Millán nevado.
Entramos en un
bosque, del que agradecemos la bajada (la sombra también, aunque estaba aún muy
pelado). Pasamos por el collado de las cabras (opino que se ha bautizado así
porque sólo cabras locas podemos llegar a él ;-) ).
De repente
el bosque se rompe, y tenemos que cruzar el Cortafuegos.
Sin llegar casi a
entrar de nuevo en bosque, vemos que hay que bajar. Ahí empieza el agua.
No es
que haya que subir pisando río, literalmente, pero hay que cruzar tantas veces
que casi seria más fácil. Después de las fotos de rigor, y pensando
ingenuamente que eso sería lo bonito, subimos un poco el cauce del río.
Hay un
cartel que indica que en esa direcion están el salto chico (12m), salto medio (28m) y doble
salto(34m).
Girando un
recodo, vemos, palabras textuales de Héctor "la razón de ésta ruta",
el salto chico. Alucinados de lo bonito, gastamos un poco de batería de las
cámaras.
¡Y continuamos
para bingo! Siguiendo el cauce, con algún resbalón y remojón de culete
incluídos (porque si no, hubiera perdido encanto) nos encontramos restos de un
tractor. Misterio el cómo llegó allí, pero ya casi se mimetiza con el entorno.
Aquí un
consejo: nosotros íbamos dos con calzado 'decente' y otros dos con deportivas.
Uno de bota acompañaba siempre a uno de deportivas, para ayudar a cruzar, o, al menos, vigilar que nadie caiga.
Llegamos al
salto medio. Hora de comer. Ahí es donde yo hago un poco el mono, intetando
subir a un saliente, para conseguir mejor foto (y decirle a hector si merecía o
no la pena). Después de pincharme manos y brazos con las zarzas, arañarme con
alguna roca, y resbalarme con alguna que caía, llegué arriba, donde
literalmente me metí en un árbol. No, no merece la pena, tener que quitarte
ramas del pelo y de la ropa durante tres días. Hay un saliente en mitad desde
el que consigues lo mismo, sin jugarte a vida ¿O es que alguno encuentra la
diferencia?
Bien, hecha
la tontería y recuperadas las fuerzas, subimos la empinada pendiente en busca
del camino que nos guíe hasta la cascada del doble salto. Con todo el suelo de
hojas, el camino era resbaladizo y poco claro, pero de algún modo lo
encontramos.
Hay que cruzar justo bajo la cascada. Aquí la foto abbey road.
Un cartel
indica que debemos volver a subir. En algún momento perdemos el (inexistente) camino, y giramos hacia lo que
parecía el bueno. Pero yo miro el gps y dice que vamos paralelos al camino, y no sobre él... así que monte traviesa, sin camino ni nada, subimos en busca de algo
que parezca sendero.
Resbalones, tropiezos y desesperanza, ante la visión de
más subida sin camino, nos acompañan unos minutos. No sé bien cómo, gracias a
ayuda divina o algo así, aparece el camino, que nos lleva a la majada Gárrula.
Alli comian unos chicos, que nos comentan que les ha pasado lo mismo que a
nosotros, y que eramos el tercer grupo con el mismo problema. Va a resultar que no somos (tan) torpes,
al fin y al cabo...
A partir de
ahí, todo es mejor. Entramos en bosque de nuevo, que nos da sombra y consuelo, y nos
baja.
Aún nos queda una bajada empinada, en la que habrá que buscar agarres, y
que nos lleva al cauce del río.
Para variar, ésta vez cruzamos ayudados de dos
puentes de madera.
Con el Rio a nuestra derecha terminamos de bajar, y acabamos
de nuevo el en área recreativa.
Sólo me
queda agradecer a Maria y a Hector su paciencia. Yo esperaba algo fácil y
rápido, que pudiera hacerse como un paseo, y eso les 'vendí'. No fue así ni
mucho menos, y ellos tuvieron santa paciencia, se lo tomaron con mucho humor, y
me culparon menos que yo misma.
¡Gracias
chicos!