7 de febrero de 2015

Raquetada Nocturna

Población: Béjar


El resto de datos, lo preguntáis en http://turismoactiva.com/, que es la empresa con la que contacté para vivir ésta experiencia.

Nunca antes había usado raquetas, no sabía bien lo que me esperaba, pensé que sería MUCHO más difícil.

Como extra en la experiencia, decir que la ruta se hizo de noche (bueno, para no mentir, empezó cuando aún quedaba un rato de sol... sólo que no lo vimos). Concretamente, una noche de sábado cercana a la luna llena (que cayó entre semana). Se podía escoger sólo la ruta, o bien añadir una media pensión, en el albergue de Vallejera, en Vallejera de Ríofrio.

Nosotros, cogimos la media pensión. Llegamos a la hora de la comida, saludamos a Jorge, que ya estaba allí para saludar a todo el mundo, nos acomodamos, y fuimos a comer por el pueblo. Nos encontramos con el resto del grupo por la tarde y subimos a la estación de esquí de La Covatilla, para dejar los coches y calzarnos las raquetas, tras una breve explicación de cómo calzarlas, y cómo andar con ellas.


Como dije, en teoría hacía sol, aunque nosotros no lo vimos.


Como se puede ver, al principio el tiempo no acompaña NADA. Mucho frío, a mi me dolían los dedos, tanto los de las manos como los de los pies, por mucho que intentase moverlos todo el tiempo.

A las pruebas me remito, no son mis mejores retratos, pero ved cómo quedaba mi pelo (y mis pestañas) con la ventisca:


En un punto (a mi parecer, en el momento exacto), sobrepasamos las nubes. Justo cuando el sol se ponía. Ahí abajo se debería ver Béjar, claro que con el móvil no hubiera salido nada decente.


Continuamos subiendo, y se va poniendo el sol. Van apareciendo estrellas.


 Una vez arriba ya es noche cerrada. No vimos la luna, que salió mucho más tarde, pero eso solo fue otro extra positivo, porque gracias a que no había ninguna luz, vimos el cielo más estrellado que haya visto en mi vida.

En ese punto, nos dan un chocolatito caliente, que se agradece enormemente, y un mini croissant, para acompañar. Pobres guías, cargados con todo ese peso... ¡qué bueno me supo! Y eso que a mi el chocolate no me gusta, pero a esas alturas y temperaturas... ¡UF!


La bajada se hace por una pista de esquí, seguimos viendo un millón de estrellas (licencia poética, no me paré a contarlas). Íbamos con cuidado, porque se veía más bien poco (obviamente) pero nos negábamos a encender los frontales. Era muy divertido, oías "fzzz" y la cabeza de quien iba delante tuyo, caía unos metros: Resbalón, ahí hay que tener cuidado... pero no siempre bastaba con el cuidado, y a veces era uno mismo quien hacía "fzzz". Creo que no me he reído tanto en mi vida.

Una vez de vuelta, la cena que se incluye, se da en un restaurante de Béjar, donde tripití (que viene a significar, comer tres veces el mismo plato... es decir, comer el plato, repetir una vez, repetir otra) la sopa castellana. Siempre tripito sopa, pero en éste caso, era necesario para sobrevivir... ¡Aún no me había sacado el frío del cuerpo! ¡BRRR!


Como dato extra, ésta ruta me dejo el pecho MUY dolorido, me costaba respirar al subir, no conseguía respirar sin toser al bajar, ni durante la noche... Esa sensación fue horrible, la de mis dedos doliendo de frío, también. Y aún así, es una de las mejores experiencias que he vivido.

Especial mención y gracias a Jorge, de Turismo Activa, que se nota que hace algo con lo que disfruta, y transmite esa pasión a sus clientes, y al personal del albergue de Vallejera, que en todo momentó nos trataron genial.

Monasterio de Iratxe - Montejurra

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