15 de agosto de 2013

¡Las Supernenas se van de Camping!



Con el flamante nuevo coche de Roxy lleno hasta arriba con nuestras mochilas y sacos, y mi GPS en un estado vacilón total, nos dirigimos a Asturias.

Después de que mi GPS intente llevar el coche, recién lavado, por un camino de tierra (ahora barro por la cantidad de lluvia que estaba cayendo…) por el que, además, no estábamos nada convencidas de caber, decidimos ignorarle y utilizar el teléfono de Vero…

Contra todo pronóstico, llegamos a Avín, al camping Picos de Europa, donde nos atendieron muy amablemente, cogieron nuestros datos, y nos dieron a escoger una plaza. Allí aparcamos el coche, y montamos la tienda de Vero… Bueno, la montó Vero, con una ligera ayuda (y supervisión) de Roxy y mia… ¡¡Y nos quedó divinamente!!
 

Fuimos a comer al restaurante del camping, porque, a pesar de que teníamos campingaz (gracias), nos apetecía el menú que habíamos leído… Vero se nos enamoró de ésta ventana…
 

…pero nunca más nos sentamos ahí, porque no teníamos enchufes cerca, y las supernenas necesitan sus teléfonos bien cargados...

Después de comer, a pesar de la lluvia, porque a nosotras nada nos detiene, nos fuimos a visitar.

Primero, fuimos al pueblo, a ver la Cuevona de Avin (https://www.facebook.com/Cuevadelrinoceronte?fref=ts). Nuestra guía, Irene, fue magnífica. La cueva es pequeña, y no tiene excesivo encanto, desde el punto de vista de espeleo, porque no hay ninguna formación espectacular, pero es el centro de interpretación de la fauna glaciar (http://www.concejodeonis.com/centro-de-interpretacion-de-la-fauna-glaciar) , y hay representaciones de varios animales. Los niños (y he de admitir que yo también) ven a los personajes de Ice Age, y lo disfrutan como nadie. Además, como decía, nuestra guía lo explicó todo muy ameno, en una hora de visita no tuvimos tiempo de aburrirnos, ni de despistarnos. Las fotos están permitidas, con la única condición de que hay que subirlas a todas las redes sociales posibles, así que, aquí van algunas:
 

Después de esto, fuimos a ver los bufones de Pría (porque pensábamos que, al estar el día así feucho, podría estar el mar más embravecido, y quizá veríamos algo… Pero por casualidades del destino (y una combinación de batería baja y poca confianza en mi capacidad de lectura de los mapas), acabamos en la playa de cuevas del mar:


Después de enredar por la playa, hicimos caso al GPS del móvil (que recuperó batería gracias a un cargador portátil… no penséis que lo de antes era una excusa…) que nos llevó por el camino que yo decía... hasta un punto en que los carteles indicaban izquierda, pero el GPS derecha… y como somos así, los humanos en general, si miramos una pantalla no vemos carteles, pues acabamos en un camino un tanto raro. De ahí, salimos, preguntamos, dimos la vuelta, y empezamos a hacer más caso a los carteles, llegando así a los bufones.


Lo bonito es ver cómo sale agua de esos agujeros… Pero aunque no haya tanta marejada como para eso, se oye perfectamente cómo bufan, y si eres valiente y te acercas a uno, pasa esto:
 


Después de un día tan completo (a todo esto, intentamos llegar a la cuevona de cuevas en dos ocasiones: el mapa bastante mal indicado, poniendo carreteras que en realidad no existían, y el GPS nos mandaba por la vía de tren), nos volvimos a “casita” a cenar, y a dormir, porque nos esperaba una dura jornada al día siguiente…)

Pasamos el día en la Ruta del Cares (con su propia entrada en éste blog), acabando muertas de cansancio (Roxy, que el día anterior tenía toda la intención de ir a Cangas a ver el ambientillo del pueblo fue la primera en caer rendida).

Nuestro último día, después de un rico desayuno, recogimos, y preguntamos al señor de la recepción cómo llegar a la dichosa cuevona de cuevas. Se llega divinamente, desde Ribadesella, primero siguiendo las indicaciones hacia la cueva de Tito Bustillo, y pasando éstas instalaciones de largo ya se empiezan a ver los carteles que indican el camino.

Y, ¿Por qué tanta historia por una simple cueva? Pues porque es una cueva natural, tan ancha como para que pasen coches (en un principio, carruajes, claro…), y es la única vía de acceso al pueblo (bueno, si vas en barca por el Sella, también puedes parar ahí… y pasa la vía de tren, sí, sí, esa por la que quería llevarnos Don GPS, pero no sé si tendrá parada).


 Después de la cueva, hicimos una visita a la playa de Gulpiyuri: Es una playa desde la que no se ve el mar. El agua se filtra por debajo de las montañas y ha formado ahí un pedacito de paraíso… O al menos lo sería si no hubiera gente (turistas) alrededor de la playa mirando y haciendo fotos a todo el que quiere pasar un día tranquilo. Además, bañarse es harto complicado, porque el suelo está lleno (pero LLENO) de piedritas. Claro, Roxy y yo fuimos de cabeza al agua (no literalmente, claro, nos hubiera hecho pupa…), y a pesar del frío, conseguimos entrar. Y ya por simple curiosidad, subimos arriba, a ver los acantilados del otro lado de la playa.


Para rematar la experiencia, y ya habiendo pasado a Cantabria, hacemos una parada técnica en Cabezón de la Sal (bueno, cogemos la salida a Cabezón de la Sal, pero hay que ir al otro lado, hacia Comillas), y poco después de dejar la autovía, aparece el bosque de Sequoias. Es una especia foránea, que se plantó ahí por su rapidez de crecimiento, para conseguir madera.


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