Población: Orbaitzeta
Distancia: 7km
Desnivel: 340m
Tiempo: 3h
Track (no es nuestro): http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=1189578
Comenzamos las vacaciones de primavera con una visita al pirineo navarro.
La primera parada, la fábrica de armas de Orbaizeta. Claro que la selva de Irati, como cualquier hayedo,
merece su visita en otoño, pero ya hicimos el intento y fue un poco mal (Selva de Irati). Ésta vez, aprovechamos
el buen tiempo para visitar la otra parte de la selva.
Cacharreamos un poco por la fábrica
de armas. El edificio, ahora en ruinas,se construyó en el s. XVIII, por la
presencia de las materias primas necesarias (hierro, agua y madera). Se hizo para
abastecer de armas y munición al ejército. Al estar tan cera de la frontera,
sufrió constantes saqueos e incendios (ya sabemos la manía de los franceses de
quemar cosas… o de los españoles para que no entraran los franceses… el caso
era salir ardiendo, vaya).
Tras un siglo funcionando (y
sufriendo esos saqueos/incendios), se suprimió, y se dejó a merced de la
naturaleza. Ahora está comido por los arbustos, y el río Legartza sigue su
curso en la galería más baja.
Fue declarado Bien de Interés
Cultural.
Después de trastear por la zona,
salimos a la plaza (que tiene su iglesia y alguna casa, donde en su día
vivieron los obreros de la fábrica), y empezamos la ruta. Salimos rodeando la
iglesia, y empezamos a ver las marcas que seguiremos (blanca y verde).
El olor a campo (estiércol…) nos
acompaña al principio. Hay que subir por una pradera (el cartel nos indica
tanto ahí como por una pista, que es por donde volveremos, ya que es circular,
pero en la pista no encontramos muchas más señales, y prefiero hacerlo en éste
sentido).
En seguida entramos en un
bosquecito, pasando por un portillo (a ver, el portillo cuesta pasarlo. Tiene
un nudo que parecen quince juntos, pero de verdad de verdad que es por ahí, y a
partir de éste punto, todo se simplifica).
El camino nos lleva sin pérdida
posible por un bosque. Hay un desvío hacia las ruinas del castillo de Arlekia.
El tema es que del castillo quedan unas piedras, que forman un murete, y poco
más. Merece la pena por las vistas, no lo niego, pero es una pendiente muy fuerte
(empieza a 928m, y el castillo está a 1020… y son 500m de distancia), así que,
si no habéis desayunado bien, os podéis ahorrar el tramo.
Ahí almorzamos, y nos volvemos al
camino principal. Un poco después, hay otro desvío, hacia las cuevas de Lutoa. Dicen
que son bonitas, y una vez entras, suponemos que amplias, pero hay que
arrastrarse para entrar, así que también os podéis ahorrar la subida (ésta no
es una subida tan grave, a no ser por el terreno, que estaba todo un poco
suelto).
Volvemos de nuevo a la senda
principal, y seguimos andando. Llegamos al collado de Lauzarán, y de ahí
pasamos un portillo, llegando a la ladera sur.
Tenemos algún desvío para el que hay
que estar atento, pero no ofrece dificultad (aún…)
A partir de éste portillo, empieza lo
divertido. Teníamos que habernos traído el machete, porque los pinos caídos nos
comen.
Salimos vivos contra todo
pronóstico, y paramos a comer en cuanto encontramos un tronco estratégico para
sentarnos.
Seguimos bajando, y vemos que
nuestro camino lleva por un puente, que debería cruzar la regata de Itolatz.
Pero no la cruza, porque el agua se comió medio puente. Lo normal hubiera sido
descalzarse y pasar, pero iba fuerte, era profundo y resbalaba, así que no nos
parecía una buena opción. Nuestras mentes empiezan a funcionar, y buscamos
troncos, ramas gordas, cualquier cosa que sirva para apoyar los pies con
cuidadito sin mojarnos en exceso. Llegar al puente, ya que la mitad estaba
mojada y resbaladiza, también fue toda una aventura, pero conseguimos salir
ilesos y (casi) secos.
Pasado ese tramo, llegamos a la pista, que seguiremos en suave descenso (algún rato no es tan suave, pero corriendo se salva rápido), hasta llegar de nuevo a la fábrica de armas.
Ya sólo nos queda coger el coche y seguir carretera hasta Valcarlos. Preparaos para la siguiente ruta.
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